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Ribadedeva premia al ¿tallador de vida¿ Maximino Lucas

Ribadedeva premia al 'tallador de vida' Maximino Lucas

¿El talento y la honradez, querido tío Mino, son bienes escasos (¿). Espero que sigas mucho tiempo siendo ejemplo de ello para todos¿. Así concluía su discurso esta mañana el periodista Juan Ramón Lucas en el marco del XII Premio Ribadedeva concedido al carpintero Maximino Lucas, Mino. Un galardón otorgado, en palabras del alcalde, Jesús Bordás, a ¿un tallador de vida¿.

Mino, allí presente arropado por su mujer, Angelina Roiz, sus tres hijos, José Luis, Élide y Eduardo, y demás familiares y amigos, recibió el premio emocionado, en silencio y con la sonrisa perenne de su rostro. La misma que siempre acompaña a su gesto amable y sincero. El jurado formado por 27 personas de distintos colectivos e instituciones del concejo decidió que Mino era merecedor del ¿más prestigioso galardón de Ribadedeva¿ por haber ¿mostrado siempre una desinteresada generosidad con diferentes entidades asociativas del concejo en su faceta de artesano de la madera¿. No en vano, decía el acta del jurado, ¿elabora cada año dos imágenes de la Santina para ser sorteadas por Cáritas Ribadedeva con el objetivo de que su recaudación llegue a zonas desfavorecidas del mundo, mejorando la calidad de vida de niños y niñas¿.

Igualmente ¿distintas comisiones de fiestas del municipio se han visto beneficiadas con la donación de uno de esas hermosos trabajos artesanos, sirviendo de gran ayuda económica a la realización de sus fiestas¿. Y, además, ¿en los últimos años quiso que esta labor desinteresada se extendiese también a iglesias y capillas del municipio, para las que realizó diversas tallas mejorando así su patrimonio artístico¿.

Bordás agradeció del mismo modo ese gesto y definió a Lucas como ¿una persona correcta y amable en el trato, que transmite serenidad cuando hablas con él¿. Como ¿una persona que ha dejado detrás de sí una vida llena de trabajo y de constancia¿, que fue, además, ¿un gran valedor del pueblo de Boquerizo y un vecino ejemplar¿. Es, dijo el regidor, ¿un hombre recto y generoso con espíritu colaborador. Carpintero de profesión y gran tallista de madera (¿) que regala siempre lo más importante que él posee, su tiempo y las obras en madera surgidas de su creatividad¿. Y que, además, subrayó, ¿las regala desde la humildad y el cariño sin esperar nada a cambio¿

A toda esta labor de años, y así figura en el acta del Premio, ¿hay que sumar su ilusión y disposición a poner su trabajo al servicio de quien pueda necesitarlo y, aún hoy, a sus 93 años, sigue en su taller tallando madera para los demás¿.

Aún hoy, cuando este hombre, oriundo de Ribadedeva y vecino de Peñamellera Baja, recibía su homenaje, acudió a su taller de Panes para repasar su vida entera, que suena a notas de acordeón, que huele a madera y tiene sabor a serrín. Iba a recoger ¿un detalle¿ para entregar a quienes lo premiaban. Quería llevarles una de sus cientos de vírgenes de Covadonga, talladas a mano, milímetro a milímetro sin dejar atrás un sólo detalle; y un par de madreñas, unidas por una cadena de madera, cinceladas -madreñas y cadena- de un mismo leño. Y allí lo entregó al alcalde, justo después de que él le hiciera entrega de los presentes que lleva consigo el Premio Ribadedeva. ¿Os quiero agradecer mucho todo esto¿, decía Mino en voz baja y amable al regidor, visiblemente emocionado. Fue su hijo, Jose Luis, quien recitó los agradecimientos a todos los que han hecho posible, no sólo el premio, sino el motivo del mismo.

Y fue su sobrino, Juan Ramón Lucas, quien glosó su figura, narró parte de su vida y noveló todas las emociones que muchos habían sentido, pero nunca verbalizado.

Más que un discurso, fue ¿el agradecimiento de un sobrino a un tío¿ porque Mino, dijo, ¿fue parte de lo más vital y hermoso de mi vida pasada y presente¿. Sólo por eso, ¿estaría en deuda con él, pero no estoy sólo endeudado por eso¿, adelantó.

Lucas, que conmovió a toda la sala del Archivo de Indianos de Colombres en donde se desarrollaba el acto, recordó que fue el padre del emboscado Juan Cuesta quien enseñó a Mino a trabajar la madera. ¿Luego, por su cuenta y con la práctica, aprendió Mino a mimarla, a sacar de ella lo que sólo ven los artistas, esos que ven más allá de lo que vemos los demás¿. Y así, tallando obras de arte, ¿extrajo del corazón de tantos árboles todo lo que estos podrían ser capaces de decir¿. Porque los escultores ¿terminan sacando algo que a todos los demás nos sugiere emociones o miradas inesperadas¿ y, así como lo ha hecho este carpintero, ¿consiguen que los objetos inanimados tengan alma, la suya, la de personas como Mino¿.

Maximino fue ¿creativo y emprendedor, cuando lo primero era una cosa extraña por estas montañas, y lo segundo ni se sabía lo que era¿. Aquel hombre ¿hizo una bici de un montón de hierros inservibles, y aquella bici andaba. Tenía una energía, recuerda mi padre, para inventar y ocurrírsele cosas que sus padres y hermanos admiraban, aunque no supieran para qué iban a servir¿.

Y además, fue, y es, un hombre bueno. ¿Mino vendió su acordeón. Por eso estoy en deuda con él -dijo su sobrino-¿. Y explicó el por qué: ¿mi tío Mino no ha cojeado siempre. Aquel tipo alto y desgarbado, creativo y simpático, andaba como todo el mundo hasta que fue a la mili. Allí, a base de bajar y subir escaleras carreteando agua para el oficial se hizo daño en la rodilla. Luego una mala operación le dejó cojo. Tuvo que adaptarse a ello y pasar una larguísima convalecencia (¿) Mino quedó cojo, pero siguió siendo el tipo creativo e inquieto, el artista que había encontrado su camino con la madera. Y aprendió en la convalecencia a tocar el acordeón, y el artista de la madera, se convirtió en músico¿, narró.

¿La memoria de las cosas y los hechos contiene imprecisiones, y lagunas, y a veces, falsea la realidad y la desordena, pero la esencia de las emociones no falla¿, subrayó el periodista justo antes de contar cómo el homenajeado cambió la vida, a mejor, de todo cuanto estaba por venir. ¿No recordamos la fecha ni el momento, pero sí que el pequeño Juan Ramón, mi padre, pudo ir a estudiar mecanografía a Unquera porque Mino -su hermano- vendió su acordeón. Y esos dos hechos, consecuencia uno del otro, marcaron la vida de Juan Ramón y le llevaron por un camino que es el que hemos recorrido los que vinimos detrás. La mecanografía de Unquera y el curso CCC de Contabilidad propiciaron que mi padre pudiera quedarse en Madrid tras la mili. Y es curioso, una suerte de compensación de un destino sin criterio claro y, seguramente no justo, la mili que a uno cerró una puerta a otro se la abrió por otro lado¿.

Lucas rememoró su infancia y colocó su memoria en el lugar de Boquerizo donde él y su familia crecieron, hasta llegar a hoy y ver a Mino ¿como eres ahora, conduciendo con tu moza al lado a los 93 años, el abuelo delicado y vulnerable en su vida como ciudadano de calle pero, y esto es tremendo en Mino, aún un artista brioso y de talento que se convierte en otro, que se transforma por un misterioso golpe de energía, en alguien muy por encima de los demás cuando entra al taller¿.

¿Gracias por tantas cosas, por tanta memoria, por tanto cariño, por tanto arte que hoy te trae aquí homenajeado y a nosotros nos hace sentirnos orgullosos protagonistas. Tenía muchas ganas de decirte todo esto, y mucho más que podría decir que brota del corazón (¿)¿ aseguró Juan Ramón Lucas, Y lo hizo en público para que ¿todo el mundo sepa lo que sigues siendo y a quien le intereses saberlo, Mino Lucas Rodríguez, es uno de los grandes artistas de este lugar y una de las mejores personas que conozco, una de las mejores personas que lo habita¿, concluyó entre aplausos sonoros de una sala atestada de seres queridos.

Repaso a la biografía del homenajeado: 

Maximino Lucas Rodríguez nace en Boquerizo en 1923, de Eduardo y Mercedes, a los 14 años empieza a trabajar como aprendiz con un carpintero de la zona y ahí fue donde hace de su afición, ebanista, una pasión que aún perdura, casi 80 años dando forma a la madera y disfrutando de ello cada día.

Tras vivir las miserias y hambrunas de la Guerra Civil y la postguerra, se incorpora al servicio militar en Valladolid en 1944: el duro trabajo que realiza diariamente le origina una lesión en la rodilla, cuyo remedio, una cirugía fallida, le obliga a permanecer en el hospital durante un año y aún necesitaría dos más de recuperación, las secuelas aún perduran. Como persona que no es capaz de desaprovechar el tiempo, durante la convalecencia aprende a tocar el acordeón, su otra gran pasión que no abandonaría nunca.

En 1947, cuando cumple 24 años, las circunstancias económicas le obligan a trasladarse a Álava junto con Luis, uno de sus siete hermanos. Allí estuvo haciendo madreñas durante dos años.

Vuelve a Asturias en 1949 y desde entonces se dedica definitivamente a la carpintería y ebanistería, realizando enseguida obras importantes, como el retablo grande de la iglesia de Boquerizo, en 1951.

Se casa con Angelina Roiz en 1954 y en 1956 se trasladan a vivir al otro lado del Cuera,  a Panes, donde establece su propia ebanistería con el que sería su socio por muchos años, Antonio Corral. Ahí nacen sus tres hijos, José Luis, Élide y Eduardo y ahí desarrolla su profesión desde entonces, excepto en el año 1964 en que tiene que irse a trabajar a una fábrica de muebles a Francia por la escasez de trabajo en España. Regresa a Panes en 1965 para no volver a abandonar la elaboración artesana. Siempre combinó la realización y restauración de muebles y obras de carpintería convencionales con la talla de arcas, puertas, escaños, etc.

En 1994 se jubila y desde entonces su labor, que no cesa, se centra sobre todo en la talla. Las obras que genera, en su mayor parte, tiene un destino filantrópico. Y tanta es su afición, que no rehúsa admitir aprendices, como el llanisco que acudía diariamente a su taller: un aprendiz de¿ ochenta años.

Referencias

Diario del Oriente